Día mundial de la Enfermedad de Chagas - 14 de abril
- museodepatologia UBA
- 13 abr 2024
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Un día como hoy, pero del año 1909, Carlos Justiniano Ribeiro das Chagas, un joven médico comisionado por el Ministerio de Salud Pública de Brasil para estudiar la presencia de paludismo en el nordeste del país, da a conocer su más reciente hallazgo en una sesión de la Academia Nacional de Medicina brasileña: un nuevo agente parasitario que podía enfermar al hombre, el Trypanosoma Cruzi.
Durante su labor de investigador en Minas Gerais, detectó en la sangre de los enfermos unos parásitos microscópicos alargados. Al aislar este microorganismo, logra su inocularlo en monos y diversos animales, comprobando que aparecía en su torrente sanguíneo, enfermándolos. Para ello contó con el apoyo de su colega Oswaldo Cruz, quien le da nombre al Trypanosoma que tantos dolores de cabeza les valdría.
Si bien cumplió con los postulados clásicos que se requieren para asociar a una posible causa infecciosa sus manifestaciones clínicas (el aislamiento del germen, la asociación con manifestaciones y lesiones que se reiteran, y la reproducción de la enfermedad mediante la inoculación en un animal) cometió errores que lo volvieron el objetivo de múltiples difamaciones. Con el afán de desprestigiarlo, personajes de alto poder, como terratenientes y gobernadores, cuestionaron ampliamente los resultados de su investigación, puesto que no resultaba conveniente que se exponga la realidad insalubre en la que vivían los grupos de ciertas regiones del país.
Chagas fue el primero en relatar las manifestaciones cardíacas y a nivel del sistema nervioso, también asoció la manifestación crónica de la enfermedad al bocio tiroideo pero fue la inexactitud de esta última correlación, junto a los obstáculos impuestos por los grupos de poder, la que mermó la importancia de su hallazgo. Rudolf Kraus, patólogo austríaco, por entonces director del Instituto Bacteriológico Nacional, señaló la no correlación causal entre Trypanosoma y bocio. En su experiencia recorriendo el norte de Santa Fe y sur del Chaco, había advertido la existencia de la vinchuca (insecto responsable de la transmisión) portadora del parásito y no del bocio. Este confrontamiento parcial con lo que planteaba Chagas tuvo un efecto positivo: movilizar estrategias para investigar el fenómeno observado por Chagas.
Hoy recordamos al médico brasileño como el pionero en la investigación de la Enfermedad de Chagas, quien, a pesar de ser ninguneado por muchos, inspiró a múltiples colegas en Argentina, quienes continuaron con su labor. Entre ellos la más destacable fue la creada por el Dr. Salvador Mazza, un médico argentino recibido en la Universidad de Buenos Aires en el año 1910, quien continuó formándose con múltiples viajes por Europa, donde se capacitó en profilaxis de enfermedades infecciosas, sanidad militar y microfotografía. Fue durante su paso por Alemania, en el año 1918, donde conoció a Chagas, quien no solo captó la atención de Mazza con su descubrimiento, sino que tuvo la nobleza de advertirle que hablar de esa enfermedad generaba incomodidad en las esferas de poder. Cuanto más se investiga, más se pone en evidencia la existencia de una población malnutrida y con ello la inoperancia e incapacidad de resolución de un problema tan hostil.
En su regreso a la Argentina, por el año 1925, recorrió el norte del país comprobando la situación de abandono que enfrentaban los médicos de la región, escasos de recursos y con innumerables dificultades para atender a una población a la que tanto se le había dado la espalda. Con el apoyo de colegas cercanos y a pesar de las dudas de muchos otros, en 1926 creó la Misión de Estudios de Patología Regional Argentina (MEPRA), un instituto que tenía como objetivo el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades de la zona. Salvador Mazza se radicó en Jujuy, donde la gobernación le facilitó un predio en la Quebrada de Humahuaca como también ayuda económica para acondicionar las instalaciones de la MEPRA, donde formaría a otros médicos, realizaría pruebas de laboratorio, practicaría la medicina y la cirugía experimental. Allí realizó meticulosos estudios sobre corazones humanos con un objetivo muy claro: localizar e identificar al Trypanosoma Cruzi.
Gracias a su carácter tenaz logró el acondicionamiento de un vagón de ferrocarril, equipándolo como laboratorio y consultorio para lograr un relevamiento tan extenso como la red ferroviaria le permitió. Así es como logró confirmar la enfermedad de Chagas, negada a nivel nacional e internacional, y obtuvo avances fundamentales en cuanto a su tratamiento. Fue él quien relacionó las manifestaciones de la patología crónica (como afecciones cardíacas y del sistema nervioso central) a la exposición desde edades tempranas a unos insectos, con el nombre científico Triatoma infestans y conocidos popularmente como vinchucas, siendo estos los vectores del agente causal de la enfermedad (Trypanosoma Cruzi) a través de las picaduras.

Estos artrópodos, similares a las cucarachas, se refugian en las paredes de las chozas de adobe, desde donde salen por las noches a alimentarse. Por estos hábitos nocturnos, logran picar y defecar sobre la piel de los habitantes de estas viviendas precarias cuando duermen. Es en la materia fecal donde se encuentra el parásito causante de la enfermedad de Chagas, por lo que al rascarse, uno puede lastimarse y es así como ocurre la inoculación.
Al poder dilucidar los factores epidemiológicos, podemos combatir la enfermedad. Este fue el legado de Salvador Mazza, quien luchó por la toma de conciencia por parte de la población y especialmente de las autoridades, argumentando que las mejoras en las condiciones de vivienda eran fundamentales para poder lograr el control de esta endemia. Por un lado, los habitantes de las zonas afectadas no terminaban de entender como esos insectos que tantos años vieron como inofensivos, serían los responsables de transmitir tales males. Mientras que las autoridades sanitarias se vieron expuestas y así encontraron en Mazza un enemigo.
Si bien todo este relato suena a historia antigua, puesto que sucedió hace casi 100 años, la enfermedad de Chagas-Mazza sigue afectando a más de 6.000.000 de personas en todo el mundo, la mayoría en América Latina, donde cada año causa alrededor de 10.000 muertes. En la Argentina, se estima que están expuestas 7.300.000 personas, hay más de 300.000 afectadas por cardiopatía chagásica y nacen alrededor de 1.300 niños con Chagas congénito (contagiados por su madre durante el embarazo). Hoy en día, en nuestro país, la vía de transmisión más importante es esta última. Son muchas las mujeres con infección crónica que tienen hijos con Chagas, mientras que la vinchuca se encuentra relativamente controlada gracias a fumigaciones.
Poniendo el foco en esta problemática, un grupo de médicos pediatras del Hospital Gutiérrez- investigadores del CONICET, concluyeron a principios de este año (2024) el primer estudio que confirma la eficacia de un tratamiento corto para evitar la transmisión de Chagas durante el embarazo. Paso fundamental no solo para la prevención del contagio vertical, sino que se traduce en una reducción a la mitad de los costos del tratamiento tradicional, una adherencia por parte de los pacientes significativamente mayor y una exposición a efectos adversos mucho menor. Esta recomendación ya ha sido incorporada a la Guías Latinoamericanas de Infecciones Congénitas y Perinatales de la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica.
Melina Rodriguez

Bibliografía
https://www.who.int/es/campaigns/world-chagas-disease-day/2024
Moscatelli G, Moroni S, Ramírez JC, Warszatska B, Fernanda L, González N, Rabinovich A, Altcheh J. Efficacy of short-course treatment for prevention of congenital transmission of Chagas disease: A retrospective cohort study. PLoS Negl Trop Dis. 2024 Jan 22;18(1): e0011895. doi: 10.1371/journal.pntd.0011895. PMID: 38252673; PMCID: PMC10833510.
Guías Latinoamericanas de Infecciones Congénitas y Perinatales de la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica (SLIPE) https://revinf.cl/index.php/revinf/article/view/1950/960
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